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Downsizing | ¿Qué es y qué ventajas y desventajas tiene?

El downsizing es el proceso por el que se reemplazan los grandes mainframes, utilizados sobre todo por grandes compañías, por equipos más pequeños. Es una tendencia que empezó a verse en los años 90, pero que ha ido ganando en intensidad y que alcanza ya a los propios centros de datos. Para decidir en qué situaciones es interesante, es necesario conocer las ventajas e inconvenientes del downsizing.

En primer lugar, es preciso conocer la situación de partida. El downsizing no solo alcanza a las máquinas empleadas, sino que también lo hace con el software ejecutado o con las políticas de seguridad y de prevención y resolución de fallos. Junto a todo ello, los equipos a cargo de todas estas tareas tienen que formarse o crearse en función de los nuevos requisitos. Es decir, es un cambio que abarca a la totalidad de los servicios de IT de una compañía. Como consecuencia, afecta al funcionamiento de esta en su conjunto.

Ventajas del downsizing

La primera pregunta que cabe hacerse con respecto al downsizing es si merece la pena lanzarse a una transformación tan grande. Sobre todo si los sistemas actuales todavía cumplen con los requisitos y no se prevé que dejen de hacerlo en un futuro próximo. Después, hay que revisar sus ventajas.

En primer lugar, el downsizing permite separar el grano de la paja. Los grandes servidores proceden de un mundo en el que, si una compañía quería disponer de un servicio, tenía que poseer las máquinas capaces de proporcionarlo. En la actualidad, es raro el servicio que no puede externalizarse total o parcialmente. Por eso muchas compañías pueden elegir qué aplicaciones deben mantener en sus propias instalaciones y con su propio equipo técnico, y cuáles pueden delegar en terceros.

De hecho, ni siquiera es necesario que los servicios que la empresa desarrolla o mantiene estén en servidores físicos. Esto se debe a uno de los grandes aliados del downsizing: la virtualización. Tanto si se lleva a cabo en un centro de datos físicamente situado en las instalaciones de la compañía, como si se acude a algún proveedor de recursos en la nube, la posibilidad de levantar tantas máquinas virtuales como sean necesarias y de cambiar los recursos de estas en tiempo real y sin detener el servicio permiten afinar mucho las necesidades de los servidores.

Ya no es necesario provisionar recursos para cada máquina en función de un cálculo más o menos conservador de cuanta memoria, almacenamiento o procesadores serán necesarios para un correcto funcionamiento de un servicio. En caso de necesidad, se pueden asignar los recursos necesarios para un pico puntual de carga. Incluso puede hacerse dinámicamente, optimizando así el uso de recursos.

Estas mejoras permiten disponer del mismo rendimiento (o superior), con menos recursos hardware. De esta manera se reduce el consumo eléctrico, el espacio necesario y los costes de adquisición y mantenimiento.

Otra ventaja asociada al downsizing es que ofrece más facilidades para llevar a cabo tareas como las copias de seguridad. Todo gracias a que ofrece servidores más pequeños y que pueden tener cada uno su propia política al respecto. Eso sí, siempre en función de los requisitos.

Desventajas del downsizing

Pero cualquier elección tiene su contrapartida. En el caso del downsizing, una primera barrera son los costes de la transición. Si el hardware actual se descarta, es preciso hacer una fuerte inversión inicial. Además, la puesta en marcha de los nuevos sistemas, software, etc. puede llevar mucho tiempo. Por todo esto, los resultados de la inversión pueden tardar en llegar.

Otro problema es el software heredado, pensado y diseñado para un entorno que se abandona con el cambio. En algunos casos, es posible virtualizar las aplicaciones, lo que permite que la transición sea gradual. Sin embargo, existe la posibilidad de que sea necesario desarrollar nuevas aplicaciones que reemplacen a las antiguas. Esto, como es lógico, debe abordarse antes de deshacerse de la infraestructura antigua y empezar a utilizar exclusivamente la nueva.

Por supuesto, también hay que tener en cuenta los posibles problemas de seguridad. Donde había unas pocas máquinas, o incluso solo una, a las que iban dedicados todos los esfuerzos de mantenimiento y puesta al día, ahora habrá varias. Esto obliga a gestionar de forma más eficiente y automatizar, en la medida de lo posible, las medidas de seguridad preventivas. Para ello se pueden realizar diversas operaciones: instalación de parches, software de seguridad, monitorización, etc. También exige políticas de seguridad más exigentes. Es posible que los costes en estos apartados aumenten de manera permanente.

Algo parecido sucede con la integridad de los datos. Así, es más sencillo disponer de un gran sistema de base de datos que de decenas o cientos de ellas distribuidas en distintas máquinas. Aunque esta segunda alternativa tiene importantes ventajas, hay que prestar mucha atención a los problemas de rendimiento (p.ej. cuellos de botella en la red) o de integridad (datos duplicados en distintas bases de datos).

Si hablábamos de la posibilidad de personalizar las copias de seguridad para cada servidor de forma independiente como una ventaja, esto también puede ser un inconveniente. No solo porque es preciso asegurarse de que todas las tareas de backup funcionan adecuadamente antes de que haya que restaurar una copia de seguridad. También porque el almacenamiento y la gestión de copias puede resultar bastante más compleja.

Su idoneidad depende de las necesidades

En resumen, tanto las ventajas como los inconvenientes que presenta el downsizing son bastante numerosas. Aunque, en general, parece lógico avanzar hacia una arquitectura más moderna, la estrategia a seguir dependerá en buena medida de la necesidad que tenga la compañía de dar el salto. Si las infraestructuras actuales, o unas equivalentes, pueden dar servicio por mucho tiempo, es posible que los costes no se puedan justificar.

Además, en algunos casos, es posible que los nuevos desarrollos vayan trasladándose a infraestructuras en la nube (tipo Azure o AWS) y hagan innecesario un gran proyecto de migración. En esos casos, la transición puede ser mucho más gradual, permitiendo no solo que los costes sean menores, sino también que los equipos se formen paulatinamente para dar servicio a las tecnologías que se vayan adoptando. Esto reduce los posibles problemas al poner en marcha nuevos servicios y permite ir tomando decisiones óptimas, basadas en la experiencia acumulada, a medida que se va avanzando en el proceso de downsizing.

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